Cine/Sociología

«Con la iglesia hemos topado, amigo Sancho»

«Chico conoce a…chico un viernes noche». Y así es como Weekend, estrenada en Alemania y Reino Unido en 2011, del británico Andrew Haigh, con esta sencilla historia romántica que narra los encuentros de dos chicos gays durante un fin de semana, se convertía en una de las películas más aclamadas del Festival de Cinema d’Autor del 2011. Una cinta que se disfruta con la misma ligereza que plantea su argumento sin pretensiones, pero que se aferra al pensamiento desarrollando una premisa de mayor calado intelectual.

Su fuerza reside en un magnífico y potente guión repleto de diálogos verosímiles que huyen del sentimentalismo fácil que nos ofrecía Brokeback Mountain. Una breve pero intensa relación sentimental que lleva a los protagonistas al planteamiento del modo en que enfrentan su sexualidad. Russel y Glenn son dos caras de una misma moneda, mientras que a Glenn poco le interesan las opiniones ajenas, Russel vive en un permanente estado de alerta, ambos con cierta vocación «indie» para contarnos una historia del corazón, adulta y sensata. Todo esto acompañado de una fotografía naturalista que contribuye a realzar el carácter espontáneo de la historia.

Este film da una vuelta de hoja al romanticismo trasladándonos a escenarios comunes, tan esperados como típicos de los dramas románticos heterosexuales. El dormitorio, la pareja, ese espacio íntimo, libre, en el que poder expresarse, ahí es donde Weekend se desarrolla y saca la artillería. Es, en ese plano nocturno, que refleja como única luz visible del edificio, la perteneciente a la habitación de los amantes.

 

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Hasta aquí todo maravilloso pero…¿Os imagináis que una buena parte de las salas de cine de vuestro país estuviese bajo el control de la Iglesia?.
En 2016, tardando cinco años en estrenarse en Italia, la jerarquía católica vuelve a hacer notoria su influencia en este país (más de 1000 cines pertenecen a la iglesia) y prohíbe la exhibición de la cinta en salas de toda la bota por considerarla «no recomendable, no aprovechable,  escabrosa, indecente y procaz», debido a los temas que toca. Y, es que, la Comisión de la Conferencia Episcopal italiana lleva a cabo un exhaustivo control del material que se puede ver en las salas de cine del país, ya que los miembros del clero son los ‘dueños’ de estos espacios por tradición. Por tanto, es muy difícil que las películas que no pasen el filtro de esta comisión sean distribuidas en Italia, sin importar el éxito o la taquilla cosechada en otros países.

«Weekend no tiene nada de escandaloso, es una historia de amor» dijo Cesare Petrillo como responsable de la distribuidora de la película en Italia, Theodora Films.

El film no parece estar dirigido de forma exclusiva al público homosexual, sino que nos habla de algo en lo que todos podemos reconocernos, habla de amor, de casualidades, algo común a todos, algo universal. Como universales son las corrientes emocionales que terminan convirtiendo el ligue de una noche en algo que, cuaje o no, dejará algún tipo de huella para el futuro. La homosexualidad y su representación no son el tabú a superar en una sociedad heterosexista aunque la película acabe revelando su carácter reivindicativo, al señalar con el dedo la asumida homofobia en los patrones de comportamiento de muchas personas.

Por otra parte, también resulta complicado, raro y frustrante explicar que nos hemos enamorado de una persona a la que hemos visto unas horas, que nuestro mundo puede cambiar en un momento y que hay trenes que sólo pasan una vez…

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